Una contractura muscular es un aumento del tono muscular de manera persistente e involuntaria. En algunos casos, se debe a un exceso de trabajo del músculo o sobreesfuerzo, y es limitado a ese músculo o grupo muscular.
Si bien las contracturas en sí no se consideran una lesión grave, está comprobado que además de lo molestas que son pueden ser la puerta de entrada para males mayores. Entre los síntomas de las contracturas cervicales prolongadas, además del fuerte dolor de la parte alta de la espalda y el cuello, puede aparece una fuerte cefalea, adormecimiento de las extremidades, mareos y visión borrosa, además de sensaciones de vértigo, de fatiga o de hundimiento de los ojos.
Pero cuando hablamos de la columna, la causa más frecuente son problemas funcionales de la columna que obligan al músculo a trabajar más de la cuenta durante mucho tiempo (por ejemplo rectificación de la lordosis cervical) o también por mecanismos reflejos (por ejemplo en un síndrome facetario, la irritación de las articulaciones facetarias activa un reflejo neurológico que causa un espasmo de los músculos multifidus entre otros). En este caso las contracturas son repetitivas y persistentes, afectando a los músculos asociados a la zona de la columna que las genera.
De manera que, estas contracturas no desaparecerán hasta que no se corrija la causa funcional en la columna. Si tratáramos sólo la musculatura o sus síntomas, sólo tendríamos mejoras parciales y por poco tiempo, ya que la causa que lo origina persiste. A medida que pasara el tiempo sin corregir la causa, se irían cronificando esas contracturas siendo más difícil de obtener una recuperación completa y permanente.
IGNACIO G. DÍAZ
LIC. EN KINESIOLOGÍA Y FISIATRÍA
QUIROPRÁCTICO
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